DESCRIPCIÓN
La descripción del monstruo del Lago de Tota se limita a sus referencias históricas, con un reporte de un supuesto avistamiento, en 1652, y al estudio de la mitología muisca.
La leyenda del monstruo del Lago de Tota ha sido también analizada por la criptozoología, pseudociencia que lo relaciona con casos como el Monstruo del Lago Ness en Escocia, al Monstruo del Lago Nahuel Huapi en Argentina, o El Cuero de la mitología Mapuche en Argentina y Chile.
REFERENCIAS HISTÓRICAS
Siglo XVII
Lucas Fernández de Piedrahíta
En el año 1676 (12 de agosto), el sacerdote e historiador colombiano Lucas Fernández de Piedrahíta (Bogotá, 1624 - Panamá, 1688), en condición de Obispo de Santa Marta; presentó su Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada: a las S. C. R. M. de d. Cárlos Segundo Rey de las Españas y de las Indias], en cuyo capítulo primero, párrafo 13, deja la siguiente constancia de un ser monstruoso en el Lago de Tota:
Dejando además, citación adicional encaminada a aportarle certeza al asunto, cuando hace referencia a un avistamiento:
Siglo XIX
Gaspard Théodore Mollien
El explorador y diplomático francés Gaspard Théodore Mollien, consignó en su libro El viaje de Gaspard-Théodore Mollien por la República de Colombia en 1823, capítulo V, lo siguiente:
«Al ir a Iza tenía el propósito de visitar el lago de Tota, que se encuentra un poco más arriba, pero en la misma dirección.Salí, pues, de Iza un poco antes del amanecer; (...). La superstición no ha dejado de poblar esos lugares de espantosos prodigios: en efecto, el aspecto agreste de la región; las aguas suspendidas, por decirlo así, a una tal altura y siempre agitadas por el viento que sopla del Toxillo, páramo más elevado que el lago de Tota; la sustancia mucilaginosa, de forma ovalada, y llena de una agua insípida que hay en la arena de sus playas, todo propende a suscitar la extrañeza. Según el decir de las gentes de la región, el lago no es navegable; los genios maléficos habitan en sus profundidades, en moradas en las cuales, dicen, se ven los pórticos cuando uno se aleja de las orillas del lago hacía dentro, y hasta se ve, añaden, salir de vez en cuando de sus abismos un pez monstruoso que sólo se deja ver por unos instantes.El lago de Tota forma un arco cuyos extremos están en dirección Noroeste y Sureste; la temperatura es muy húmeda y fría; el agua tiene un color azulado, es densa, insípida y poco potable; lo mismo que la del mar, está constantemente agitada debido a las tormentas que se forman en el Toxillo. En el centro del lago hay algunas islas; no ha habido más que un hombre que osara ir a ellas; la creencia de que el lago está encantado impide visitarlas de nuevo: el fondo del lago parece que está compuesto de una arena silícea. Las montañas que le circundan son unas murallas espesas compuestas de gres, tan fuertemente cimentadas que no dejan pasar la menor filtración; sin embargo, cabría suponer que las fuentes termales de Iza y de Paipa tienen su origen en este inmenso depósito que está situado a unas cuantas toesas más alto que el nivel de aquéllas.»
Manuel Ancízar
En el año 1852, el escritor, político, profesor y periodista colombiano Manuel Ancízar ; dentro del trabajo que llevó a cabo en la Comisión Corográfica dirigida por Agustín Codazzi, dejó consignado en su libro La peregrinación del Alpha por las provincias del norte de la Nueva Granada en 1850-1851 (Alpha era el seudónimo de Ancízar), una referencia a las constancias del «diabloballena monstruo del Lago de Tota» que citó Piedrahíta en su Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada: a las S. C. R. M. de d. Cárlos Segundo Rey de las Españas y de las Indias, cuando expuso en su capítulo XXIV, párrafo 5, lo siguiente:
«Tan autorizada quedó esta patraña del demonio de agua dulce [en referencia al «diabloballena» citado por Piedrahíta], que nadie se hallaba con valor para explorar el lago, del cual y de sus islas contaban lindezas peores que las de Piedrahíta, hasta que recientemente llegó por allí un inglés poco temeroso del diablo, y fabricando una balsa de juncos, abordó a la isla mayor, donde sostuvo una sangrienta batalla con... los tímidos venados, que pacíficamente la poseían. A ejemplo del inglés entraron otros navegantes, en balsas y canoas, ocuparon las islas y desencantaron el lago, que hoy no tiene otros peligros sino los causados por las borrascas del páramo de Toquilla, cuando agitan las tres leguas cuadradas de superficie que ofrecen las aguas a la acción de los ventarrones.»
Manifestando Ancízar al término de ésta cita, aunque sin exponer prueba alguna para desacreditar al monstruo referido por Piedrahíta, que duda sobre su certeza, y lo expresó al final de su escrito cuando, al plantear su iniciativa de practicar desagües al Lago de Tota para aumentar la frontera agrícola, culmina el respectivo párrafo señalando:
«Los desagües parciales, ahondando periódicamente el cauce del Upía, es lo único practicable y que promete buen éxito a los que busquen tierra para trabajar, no tesoros, que allí son tan ciertos como el diabloballena de Piedrahíta.»3
José Jerónimo Triana
«[Lo que quiere decir —comenta Triana, respecto a que lagos y lagunas eran los principales santuarios de los indios—] (...) que aquellas lagunas eran residencia de alguna sublime divinidad en estos sentimentales indios, quienes veían en ellas una providencia llena de encantos y misterios.»
Por su parte, del botánico, explorador y médico colombiano José Jerónimo Triana , también integrante como Ancízar de la Comisión Corográfica, es atribuible la siguiente referencia al tema, según compendio del libro Mitos, leyendas, tradiciones y folclor del Lago de Tota.
Con las siguientes notas adicionales de su parte:
«La idea del campesino moderno de que en las lagunas hay monstruos dormidos que pueden despertar a sus gritos y que contestan en los huecos de los peñascos que circundan el piélago, cual si fuera la voz de un oráculo, no es sino la evocación involuntaria de la divinidad de las aguas.»7
Y entonces, hace referencia concreta al «monstruo negro» del Lago de Tota:
«[Todavía en el año de 1880 subsistía entre los pobladores del vecindario del Lago de Tota, en la población de Cuitiva, la tradición de —señala Lilia Montaña de Silva en su precitado libro, presumiblemente respecto de comentarios históricos de Triana—] (...) un monstruo negro que vivía en las encantadas aguas de la laguna.»
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